Editorial: Perspectivas económicas post COVID-19
Por: Luis Fernando Mejía
*Con la colaboración de Martha Elena Delgado, Helena Suárez, Diego Gutiérrez, David Lara, Andrea Correa y Sandra Díaz
La expansión del COVID-19 ha llevado al Gobierno nacional a adoptar medidas que han generado choques de oferta y demanda, lo que ha causado una disrupción en la actividad económica del país. Adicionalmente, la caída en los precios del petróleo ha generado incertidumbre en los mercados financieros, lo que ha presionado al alza las monedas emergentes, como el peso colombiano. Lo anterior tiene implicaciones no solo sobre la actividad productiva y el empleo, sino sobre la política fiscal y monetaria, el sector externo y los programas sociales del Gobierno. El objetivo de este Editorial es presentar los posibles efectos de estos dos choques sobre el sector real, externo y fiscal de la economía colombiana, además del impacto sobre la tasa de desempleo y pobreza en 2020.
Actividad productiva
En todos los países, las medidas adoptadas por los gobiernos para mitigar los impactos del COVID-19 se han traducido en choques de oferta y de demanda sobre las economías, reduciendo sustancialmente la actividad económica. A partir de la información disponible hasta el momento, actualizamos nuestro pronóstico de crecimiento para Colombia, ubicándolo en un rango entre -5,0% y -7,9% (escenario central y pesimista respectivamente).
Por el lado de la demanda (Cuadro 1), en el escenario central el consumo total presentaría una reducción de 3,2%. Este comportamiento es consistente con una contracción del consumo privado (-5,1%), explicado por las medidas de confinamiento obligatorio, una caída importante en la confianza del consumidor[1], el aumento en la tasa de desempleo y un menor ingreso nacional debido a menores términos de intercambio. Por otro lado, el crecimiento del consumo público se ubicaría en cifras cercanas al 5,3% obedeciendo a los esfuerzos fiscales del Gobierno nacional para hacerle frente a la crisis económica y sanitaria[2]. En el escenario pesimista el gasto de consumo final se ubicaría en -5,0%.
La formación bruta de capital se contraería en 16,8% en el escenario central. Lo anterior obedecería a una caída en la inversión en vivienda y de otros edificios y estructuras, a la menor confianza en cuanto a las condiciones económicas para invertir[3], la desaceleración en la importación de maquinaria y equipo (a su vez afectada por la fuerte depreciación de la tasa de cambio), y una base estadística desfavorable debido a la importación de flotas de Transmilenio durante 2019. En el escenario pesimista la formación bruta de capital se ubicaría en -22,2%.
En el escenario central, las exportaciones exhibirían una contracción de 7,1%, obedeciendo a una desaceleración de las exportaciones de petróleo y carbón y a un menor crecimiento económico de nuestros principales socios comerciales (Estados Unidos y la Unión Europea). De igual manera, la fuerte depreciación de la tasa de cambio y la reducción en el consumo provocaría una caída de las importaciones del orden de 11,3%. En el escenario pesimista las exportaciones se contraerían 10,7% y las importaciones 12,7%.
Cuadro 1. Escenarios de crecimiento por el lado de la demanda
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Fuente: Fedesarrollo
Nota: Se asume un crecimiento de los socios comerciales de Colombia del -4,7%. Se asume un precio del petróleo de 32 USD/barril promedio para 2020 y una producción de petróleo promedio de 840 kbpd. La tasa de cambio se asume en $3.742 promedio en 2020.
Por el lado de la oferta, solamente cuatro de los doce sectores productivos presentarían crecimientos positivos durante 2020 (Cuadro 2). Estos sectores son: agropecuario, información y comunicaciones, actividades profesionales, científicas y técnicas, y administración pública y defensa.
En el escenario central el sector agropecuario crecería alrededor de 2,4% (2,3% en el escenario pesimista) pues su funcionamiento es fundamental para garantizar el abastecimiento alimentario del país. El sector de información y comunicaciones crecería 3,1%, (3,0% en el escenario pesimista), mientras que las actividades profesionales, científicas, y técnicas presentarían un crecimiento de 0,3% (0,2% en el escenario pesimista), y administración pública, defensa y educación 5,9% (7,2% en el escenario pesimista). Esto último obedecería a la mayor ejecución de gasto público, en línea con las medidas fiscales anunciadas por el Gobierno nacional para enfrentar la crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19.
Con las medidas adoptadas por el Gobierno nacional, en particular el aislamiento preventivo obligatorio[4], una medida oportuna y necesaria pero con impactos negativos en actividad económica, el sector de comercio y transporte se vería gravemente afectado, registrando una contracción de 16,1% en el escenario central (de 25,8% en el escenario pesimista). En particular, las actividades asociadas al comercio de bienes y servicios, transporte, turismo y alojamiento y servicios de comida, como restaurantes y bares enfrentarían una reducción importante, en parte por la caída en la demanda por estos servicios, agravada por una disminución en el ingreso disponible de los hogares[5].
Las actividades de explotación de minas y canteras se contraerían un 10,8% (12,5% en el escenario pesimista). Esto se explicaría en parte por la afectación derivada de la caída del precio del petróleo[6] en las actividades asociadas a la extracción de hidrocarburos (67% del sector minero)[7]. A lo anterior se suma el mal comportamiento de las actividades asociadas a la extracción de carbón térmico por los problemas relacionados con la menor demanda de este mineral en Europa, su sustitución por gas natural, y las reducciones operacionales anunciadas por parte del Cerrejón y Drummond.
El crecimiento esperado para el sector de la construcción es de -10,2% en el escenario central (-11,0% en el escenario pesimista). Este comportamiento implica una contracción de 12,2% del sector de edificaciones, como consecuencia de una menor confianza y disposición a comprar vivienda de los consumidores[8] y un menor ritmo en los proyectos de construcción durante las semanas de aislamiento preventivo obligatorio en la que el sector no estuvo exceptuado. En el subsector de obras civiles esperamos una variación anual de -7,9%. Al respecto, desde Fedesarrollo consideramos imprescindible que el gasto público ejecutado por el Gobierno nacional sea destinado durante la fase de recuperación a sectores de alto impacto en valor agregado (mayor multiplicador) como lo es el subsector de obras civiles.
Por su parte, el sector de actividades artísticas, entretenimiento y servicios domésticos tendría un crecimiento de -20,6% (-33,4% en el escenario pesimista), la industria manufacturera lo haría a una tasa de -3,0% (-6,4% en el escenario pesimista), el sector de electricidad, gas y agua crecería al -1,0% (-2,6% en el escenario pesimista) y las actividades financieras y de seguros lo harían al -2,8% (-3,7% en el escenario pesimista).
Cuadro 2. Escenarios de crecimiento por el lado de la oferta
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Fuente: Fedesarrollo
Nota: Se asume un crecimiento de los socios comerciales de Colombia del -4,7%. Se asume un precio del petróleo de 32 USD/barril promedio para 2020 y una producción de petróleo promedio de 840 kbpd. La tasa de cambio se asume en $3.742 promedio en 2020.
Es importante mencionar que la cuantificación del impacto que estos choques generen sobre el valor agregado total es preliminar, por lo que estas estimaciones deben ser interpretadas cuidadosamente. Desde Fedesarrollo continuaremos monitoreando periódicamente el desarrollo de la situación para incorporar la información relevante a nuestras estimaciones.
Sector externo
La desaceleración de la demanda externa, especialmente la de nuestros socios comerciales producto de la propagación del COVID-19, así como la caída del precio de los principales productos de exportación de Colombia (el petróleo representa el 40% de las exportaciones totales y el carbón el 14%), llevarían a una reducción de los valores exportados este año. Lo anterior, aunado a una caída de los ingresos por remesas, se traduciría en un deterioro de las cuentas externas del país en 2020, como lo anunciamos en nuestra última edición de Prospectiva Económica.
De acuerdo con nuestras estimaciones, el déficit de la cuenta corriente como porcentaje del PIB podría ubicarse entre 5,4% y 5,9%, lo que significaría una ampliación entre 1,1 pps y 1,6 pps respecto a lo observado en 2019 (4,3%) (Gráfico 1). No obstante, la corrección de las importaciones dado el menor consumo de empresas y hogares limitaría un mayor aumento del déficit de la cuenta corriente colombiana.
Gráfico 1. Escenarios déficit de cuenta corriente
(% del PIB)
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Fuente: Cálculos Fedesarrollo
Por un lado, las exportaciones de bienes se contraerían respecto a lo registrado en 2019 (42,4 USD miles de millones), en buena medida por la reducción de la demanda mundial por nuestros productos de exportación (efecto cantidad). Como el principal socio comercial de Colombia es Estados Unidos (alrededor del 23% de las exportaciones), la debilidad de su demanda, así como la del resto de nuestros principales socios comerciales (como la Unión Europea, Ecuador y Perú) afectaría nuestras ventas externas. Adicionalmente, la caída en el precio del Brent y el precio del carbón generará una reducción importante de las ventas externas de estas materias primas (efecto precio).
Frente a los ingresos por remesas, estos también caerían respecto a lo observado en 2019, lo cual obedecería en buena medida al aumento de la tasa de desempleo hispano en países como Estados Unidos y España, que giran alrededor del 64% de las remesas que recibe Colombia. Lo anterior, acompañado de una desaceleración económica importante en ambos países producto de la crisis sanitaria, repercutirá negativamente sobre el ingreso secundario de la balanza de pagos de nuestro país.
De cualquier manera, el efecto sobre las cuentas externas del país dependerá de la permanencia del choque, del tiempo que se requiera para reactivar la producción y de las decisiones que tome el Gobierno para mitigar los problemas económicos, de confianza y salubridad derivados del COVID-19.
Política fiscal
Los impactos del choque dual repercuten negativamente sobre las arcas de la Nación vía una reducción de los ingresos totales y un aumento del gasto total. Dada la coyuntura actual, el ritmo de contracción económica necesariamente implica una política fiscal contracíclica que estimule la demanda agregada y atienda las necesidades sociales que exige el país. Previo a la reunión del Comité Consultivo de la Regla Fiscal (CCRF), teniendo en cuenta nuestros escenarios de crecimiento observado y potencial, esperábamos un gasto contracíclico entre el 2,0% y 3,2% con un punto medio de 2,5% como porcentaje del PIB. Esto implicaba un incremento del déficit fiscal de la Nación a un rango entre 5,6% y 7,5%, con un punto medio de 6,4% del PIB (ver Prospectiva Económica abril 2020)
El pasado 4 de mayo, el Comité Consultivo de la Regla Fiscal anunció un déficit permitido de 6,1% del PIB para este año, incluyendo un gasto contracíclico de 2,4% del PIB. Esta decisión estuvo en línea con nuestras perspectivas (Cuadro 3). Como mencionábamos previamente, conforme van avanzando las medidas de aislamiento preventivo y la información disponible va acortando nuestros intervalos de confianza, consideramos que el déficit fiscal del Gobierno nacional se ubicará en un rango entre 6,4% y 7,5%.
Cuadro 3. Balance total del GNC
(% del PIB)
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Fuente: Cálculos Fedesarrollo
Es importante tener en cuenta que el deterioro de las cuentas fiscales se profundizará en 2021, pues la caída de los precios del petróleo en 2020 se verá reflejada en una menor renta petrolera el siguiente año, sumado al deterioro esperado en los impuestos directos sobre las empresas y personas naturales debido a la caída en la actividad económica. Ante este panorama, es probable que el Gobierno nacional deba realizar una reforma tributaria en 2021, que considere, entre otras medidas, reversar el descuento de Impuesto de Industria y Comercio (ICA) contra el impuesto de renta, medida que como hemos anunciado en diferentes ocasiones, tiene un costo entre $7 billones y $8 billones de pesos al año (aproximadamente 0,5% del PIB de 2021) según nuestros cálculos.
Respecto a la deuda bruta como porcentaje del PIB, esperamos que este indicador ascienda a un rango entre 59,8% y 64,6% (Gráfico 2). Este resultado implica un incremento sustancial de la deuda relativo al 50,2% registrado en 2019. Parte de esta dinámica responde a una contracción de la economía colombiana que adiciona al incremento de la deuda entre 1,3 pps y 4,2 pps, la devaluación de la tasa de cambio que adiciona entre 2,3 pps y 3,6 pps, la contribución de la tasa de interés a la deuda entre 1,6 pps y 1,8 pps, y un déficit primario entre 0,3 pps y 0,8 pps. Otra parte se explica por el endeudamiento de alrededor de 4,0% del PIB en el que podría incurrir la Nación para satisfacer las necesidades económicas y sociales que exige el país dentro del contexto del choque dual.
Gráfico 2. Escenarios deuda bruta del GNC
(% del PIB)
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Fuente: Cálculos Fedesarrollo
El incremento de la relación deuda bruta-PIB del GNC toma especial relevancia en un contexto en donde las calificadoras de riesgo han reducido la calificación o la perspectiva de la deuda pública del país[9]. Frente a estas perspectivas reiteramos la importancia de que, posterior a la emergencia sanitaria, el Gobierno nacional tome medidas para garantizar una senda de deuda y de déficit decreciente en el mediano y largo plazo.
Desempleo y pobreza
Desde Fedesarrollo hemos advertido en varias ocasiones que para revertir la tendencia que viene presentado la tasa de desempleo es necesario que la economía crezca por encima del 3,8% real anual. De acuerdo con los escenarios de crecimiento presentados en este documento, lo anterior no sería posible este año y por el contrario se observaría un fuerte deterioro en las cifras de mercado laboral.
Como se puede observar en el Cuadro 4, en el escenario central la tasa de desempleo podría alcanzar 18,2% (20,5% en el escenario pesimista), 7,7 pps superior a lo observado en el promedio de 2019 (10,5%). Lo anterior implicaría que en 2020 alrededor de 1,9 millones de personas adicionales estarían desempleadas.
Los hogares vulnerables que no han sido beneficiarios de las ayudas del Gobierno[10] y los trabajadores informales, cuyos empleos son más sensibles frente a las medidas de contención del virus adoptadas por las autoridades, verían una disminución en sus ingresos. En línea con esto, los niveles de pobreza en el país aumentarían, ubicándose entre 31,9% y 33,6%, lo cual implicaría que entre 2,3 y 3,1 millones de personas entrarían a situación de pobreza este año (Cuadro 4).
Cuadro 4. Escenarios de desempleo y pobreza monetaria en 2020
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Fuente: DANE y cálculos Fedesarrollo
Nota: Estos escenarios se obtienen a partir de ejercicios econométricos y análisis de evento sobre la relación entre el crecimiento, la tasa de desempleo y la pobreza monetaria.
Consideraciones finales
Desde Fedesarrollo consideramos que las decisiones adoptadas en materia fiscal, social y monetaria son convenientes y necesarias. Sin embargo, los efectos de las medidas de confinamiento sobre la economía local son alarmantes. A lo anterior se suma el choque de la caída en los precios del petróleo que, como hemos advertido anteriormente, tiene fuertes implicaciones sobre el crecimiento económico, las cuentas externas y los ingresos fiscales de la Nación.
Teniendo en cuenta lo anterior esperamos una desaceleración de la mayor parte de los sectores de actividad productiva, por lo que el crecimiento económico se ubicaría en un rango entre -5,0% y -7,9% en 2020. Lo anterior llevaría a un deterioro de las perspectivas fiscales (aumento de la deuda a un rango entre 59,8 y 64,6 por ciento del PIB) y del sector externo (déficit de cuenta corriente entre -5,4% y -5,9% del PIB).
Los retos desde el punto de vista de política pública son entonces monumentales. Las medidas de salubridad se tendrán que acompañar con políticas contracíclicas que permitan impulsar la recuperación del crecimiento y el empleo. Pero también será urgente discutir las reformas estructurales necesarias en materia fiscal, laboral y pensional, para resolver los problemas de bajo recaudo de impuestos, alta informalidad y baja protección al adulto mayor, que esta crisis ha hecho más evidentes.
Continuaremos monitoreando el estado de las variables macroeconómicas y las decisiones que tome el Gobierno nacional en materia fiscal, monetaria y social para actualizar nuestros pronósticos.